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Sembrar en el Infinito

Sembrar en el Infinito

Publicaciones de la categoría: Uncategorized

Nada de lo humano me es ajeno

04 jueves Feb 2016

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cita, Uncategorized

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Hesse, Totalidad

«Acostumbramos a trazar límites demasiado estrechos a nuestra personalidad. Consideramos que solamente pertenece a nuestra persona lo que reconocemos como individual y diferenciador. Pero cada uno de nosotros está constituido por la totalidad del mundo; y así como llevamos en nuestro cuerpo la trayectoria de la evolución hasta el pez y aún más allá, así llevamos en el alma todo lo que desde un principio ha vivido en las almas humanas. Todos los dioses y demonios que han existido, ya sea entre los griegos, chinos o cafres, existen en nosotros como posibilidades, deseos y soluciones. Si el género humano se extinguiera con la sola excepción de un niño medianamente inteligente, sin ninguna educación, este niño volvería a descubrir el curso de todas las cosas y sabría producir de nuevo dioses, demonios, paraísos, prohibiciones, mandamientos y Viejos y Nuevos Testamentos. » Herman Hesse (en Demian)

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comienza

15 miércoles Ene 2014

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cita, Uncategorized

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Año nuevo, Camus, Crear, Silvia Sánchez

 

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Foto: Silvia Sánchez.

 

«Se acabó… Fatiga alegre. La vida, la vida maravillosa, con su injusticia, su gloria, su pasión, sus luchas, la vida vuelve a empezar. Hay que volver a amarlo y crearlo todo.»

A. Camus

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De Valor y de Precio

08 martes Oct 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Quizás, Uncategorized

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educación, política social, precio, sanidad, servicios sociales, valor

 

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Hoy, como casi cada día, he tenido la suerte de toparme de cara con la complejidad. Y  como casi cada día, no he podido evitar verme inmersa de lleno en mi propia incapacidad para explicarme algunos aspectos del mundo en el que habito… o más bien los mundos por los que tengo la fortuna de poder transitar gracias a mi trabajo. Mundos que a veces parecen tan distantes como si se tratase de esferas independientes donde viven seres extraños los unos para los otros. Mundos con membranas impermeables, que apenas interactúan entre sí.

Ayer me contaron lo que puede ganar un directivo de una multinacional importante y, aunque sorprendente, me pareció bien. Al fin y al cabo, ese directivo pone su inteligencia, su formación y su tiempo al servicio de la empresa para la que trabaja, y hace ganar probablemente mucho más a su empresa de lo que él o ella perciben. Contribuye a generar riqueza, puestos de trabajo… Supongo que ese salario puede ser, en la esfera de los mundos de las empresas, un acuerdo justo y equilibrado.

Hoy, gracias a mi trabajo, he visitado un lugar increíble. Un centro de baja exigencia para personas sin hogar. Un lugar que ofrece cobijo, alimento, cuidados médicos y apoyo psicológico y social a 130 personas que, de no existir este espacio, vivirían en la calle… y morirían allí. La directora del centro y su equipo de más de 40 profesionales cualificados, ponen su inteligencia, su formación y su tiempo al servicio de la empresa para la que trabajan… aunque lo que allí se gana no son euros. Quizás son vidas humanas, pero no euros.

Y como tengo la suerte de poder mirar dentro de estos diferentes mundos, puedo comprobar que la inteligencia, los años de formación, la capacidad de tomar decisiones, y otros muchos aspectos relativos a sus capacidades no son muy diferentes en el ejecutivo que en la directora. Uno y otra, además, ponen el mismo empeño en lograr buenos resultados. Uno y otra, además, son seres humanos con un elevado nivel de compromiso con su desarrollo y el de los equipos que gestionan. Una y otro, seguramente, invierten todas sus energías y muchísimo tiempo en su trabajo.

El salario de la directora, sin embargo, no llega al 10% del que percibe el ejecutivo. Esta es, sin duda, una diferencia de precio sorprendente, y ya no me ha parecido tan bien.

Así que ya que estaba, he mirado a ver cuál es el salario medio de un médico de la seguridad social. Y he investigado también qué tipos de contrato se hacen a los directivos de recursos de servicios sociales especializados. Y ya puesta, le he preguntado a mis amigos profesores de secundaria cuál era el precio de su trabajo en euros.

Y entonces me han asaltado estas dos palabras que, juntas, de pronto se me han revelado tan poco conectadas entre sí como los dos mundos:  VALOR y PRECIO.

Entiendo el valor que genera para un país el tejido empresarial. Y ese valor tiene un precio (el que sea, el que se le ponga, no creo que yo esté en condiciones de juzgar esto, ni me apetece). Y también entiendo el valor que genera para un país la inversión en educación, sanidad y servicios sociales. Creo que es un valor indiscutible. Creo que tiene que ver con el valor de las vidas humanas.

Por eso me sorprende tanto la diferencia de precio. Me sorprende, sobre todo, que la generación de riqueza en unos contextos donde puede generarse riqueza no redunde en una inversión equilibrada y con precio justo en el esfuerzo que hacen muchos profesionales para mejorar la calidad de vida de otras personas (su salud, su educación, su recuperación ante situaciones de dificultad…). Un directivo de un centro de servicios sociales no va a tener jamás resultados económicos directos. Un médico tampoco. Ni ninguno de los profesionales que ponen su inteligencia, formación y esfuerzo (a veces inimaginable) en mejorar la vida de otras personas. Pero son indispensables. Aunque el valor que generen sea intangible.

Y ante esta realidad me ha parecido que no somos conscientes del precio que pagamos, como sociedad en su conjunto, por no tener claro nítidamente cuál es el valor de la vida humana. Una sola. De esas con las que hoy he tenido la suerte de toparme en ese albergue, esas que me han recordado la inabordable y muchas veces incomprensible complejidad de los mundos en los que habitamos.

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Y entonces tú, en su busca vendrías, a lo alto

13 viernes Sep 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Coaching, Poesía, Uncategorized

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coaching, la voz a ti debida, pedro salinas

buceadora y galeon

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.

Pedro Salinas

(En La voz a ti debida. Ed. Castalia. Madrid, 1987)

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La voz de la poeta

16 jueves May 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in LEÍDO, Poesía, Uncategorized, VISTO

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Chantal Maillard, El Pájaro, Escribir, Hilos, María Zambrano, Nietzsche, Palacio de Cibeles, Poesía, poeta, Voz

El secreto se revela al escritor mientras lo escribe y no si lo habla.  El hablar sólo dice secretos en el éxtasis, fuera del tiempo, en la poesía. La poesía es secreto hablado, que necesita escribirse para fijarse, pero no para producirse. El poeta dice con su voz la poesía, el poeta tiene siempre voz, canta dice o llora su secreto. El poeta habla, reteniendo en el decir, midiendo y creando en el decir con su voz las palabras. Se rescata de ellas sin hacerlas enmudecer, sin reducirlas al solo mundo visible, sin borrarlas del sonido. La poesía descubre con la voz el secreto.

(En “Por qué se escribe”. María Zambrano:  Revista de Occidente, tomo XLIV, p. 318, Madrid, 1934

 

La voz de Chantal Maillard recita un poema aún no publicado, que comienza contando lo que le sucedió a Nietzsche en Turín, cuando abrazó a un caballo, antes de (supuestamente) perder la razón.

16_05_2013recital chantal maillard

Chantal Maillard, esta tarde en el Ciclo de Poesía Contemporánea celebrado en el Palacio de Cibeles  (http://www.centrocentro.org/centro/otras_actividades)
 

Cuenta la historia y prosigue su poema. Es tan hermoso escuchar su voz que me dejo mecer por el sonido de lo que dice, y casi me pierdo esta frase que, afortunadamente, en el último instante soy capaz de apresar en mis oídos antes de que comience a desvanecerse: “Hay épocas, en efecto, en que la boca de un sabio no podría sino balbucear”.

La poeta había llegado pasando casi desapercibida  entre la gente que la esperábamos. Es pequeña, breve. Tiene unas manos hermosas que tiemblan ligeramente al sentarse frente a ese público que espera su voz. Tiene unas manos que hablan. Alguien me había dicho de su tristeza. Yo solo veo una mujer de cuerpo leve y ojos bellísimos, que ha compartido acaso tanto de sí en sus textos, que quizás la presencia de todas estas miradas sea demasiado para ella. Maillard parece no querer estar ahí en ese preciso instante, siendo interrogada y presentada a través de sus cifras (su año de nacimiento como excusa para presentar el contexto histórico en el que nace. 1951. Muere Wittgenstein, nace Maillard, y ante las preguntas del presentador del acto ella bromea aludiendo a la posibilidad de haber viajado a la India para coger el karma, el testigo de este filósofo que se ocupa del lenguaje).

Pero esa incomodidad inicial, ese temblor, comienza a diluirse cuando toma su primer texto y recita. Su voz llena entonces el aire. Cada palabra se hace cuerpo, se encarna en sonido. Cada palabra aparece desnuda en su poesía para cobrar nuevos significados.

Después del abrazo de Nietzsche al caballo que sufre, Maillard en su poema habla de las cifras del dolor, que huyen, que se convierten en espectáculo por desmesuradas… Y en la desmesura de los miles de muertos dejamos de implicarnos en ese dolor, porque “es en singular como nos implicamos, porque el dolor será siempre en singular. ¿Puede sumarse el dolor? ¿ Existe acaso “el pueblo”? ¿o “el país”?”   – se pregunta en este poema que hila con su voz de poeta, poeta que dice secretos que desean ser dichos-  “Cada uno de los seres que sufren ¿no será el mismo, infinitamente?”.

A lo largo de una hora hace un recorrido con su voz por los poemas publicados en sus libros «Husos» e «Hilos».

Chantal Maillard dice que escribe por necesidad. Que cada cuaderno es un refugio.

Probablemente así, refugiándose en uno de sus cuadernos, escribió este poema con el que cierra el encuentro.

Ser pájaro.
Cual considerando.
Andar desnudo. Las heridas
cauterizadas por el aire.
Entre las plumas, disimuladas.
Cuerpo sin carga, movimiento.
Ser de vuelo. Ser

pájaro. Tener por límite tan sólo
la helada imprevista o la bala o

el ansia de la carne
por otra carne ajena…

Presagiando la urgencia de
las migraciones, Cual.

Aleteo.
Un rumor
de horizonte en el pulso
batiendo.

(de «Hilos» Tusquets Editores. 2007)

 
 
 

El sol de la tarde entra por los ventanales de la Capilla del Palacio de Cibeles. La voz de la poeta penetra en los cerebros y en los ojos y en la piel de los presentes. La luz y la voz de la poeta. Un privilegio esta tarde de jueves en Madrid.

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hortensias blancas

29 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cuentos, Uncategorized

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abismo, Belleza, salto, volar

A veces el deseo de belleza
es mucho más fuerte que el miedo a saltar

saul landell

Imagen: Saúl Landell

Cuando le pregunté por qué su casa estaba siempre llena de esas maravillosas hortensias blancas, me contó la siguiente historia:

«Mi desmesurada afición por los abismos viene de muy antiguo. Tenía entonces apenas dos pequeños brotes en la espalda, casi imperceptibles. Caminaba al filo, mirando de reojo aquel infinito de oscuridad desconocida a mis pies cuando, de pronto, resbalé hacia el lado donde ya no había suelo.

Transitar aquél abismo fue durísimo , los brotes de mi espalda aun no me servían para volar y mis ojos todavía no sabían de la oscuridad,  pero… en él fue donde encontré mi primera hortensia blanca. Y aunque en esa época no conocía los riesgos que entrañaba el salto al vacío… hasta que encontré aquella flor tampoco sabía hasta qué punto puede existir la belleza.

Hoy mi casa está llena de hortensias, una por cada abismo que he transitado.

Es verdad que cada vez mis alas son más diestras, pero también es cierto que nunca sé cuál va a ser la profundidad del nuevo abismo, ni en qué momento me invadirá la completa oscuridad  y, al dar el salto, nunca conozco el lugar donde crece la hortensia. Aún así, el deseo de encontrarla es mucho más fuerte que el vértigo y el miedo que me produce ese infinito desconocido. Y gracias a ese deseo, el de encontrar la belleza escondida en cada abismo… sigo aprendiendo a volar«.

Miré alrededor, dejándome embriagar por el aroma que invadía su casa. Me pregunté cuántos abismos habría transitado. Entonces me di cuenta de que en todas las habitaciones, en cada rincón, había todavía un sinfín de jarrones… aún vacíos.

 

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Él nos hará

22 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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Amor, Antonio Canova, conversación, creencia, Eros y Psyche, julio cortázar

Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, él nos hará.
(Julio Cortázar)

eros-y-psique-paris

Imagen: El Amor de Psique. Antonio Canova

 

La magia ocurre en las conversaciones. En las más triviales a veces. Esas que compartes sin intención de hacer literatura, esas en las que solo estás y van desgranándose palabras entrelazadas que brotan y unas llevan a otras, y van danzando y te llevan paseando por lugares del otro que conversa contigo.

Ayer tuve la suerte de compartir una de estas conversaciones, mientras nos acariciaba el sol en la cara y el olor de la hierba del jardín, con una mujer a la que amo y admiro profundamente. Ella creo que no sabe que me estaba haciendo un regalo precioso.

Charlábamos de cualquier cosa y no sé muy bien en qué momento de la conversación  compartió conmigo esta maravilla: “¿Sabes Ana?  Él todavía, por la mañana, me dice a veces… Pero qué bonita eres”. Después de 50 años de matrimonio, él la mira, por la mañana (ella remarcaba esto con la voz casi quebrada de la emoción) y la ve bella, y le dice bonita, y ella me cuenta que no se puede explicar lo que hay entre ambos, porque es mucho más grande que cualquier frase en la que eso que sea que tienen quedaría enjaulado y ya no sería.. porque no se puede decir.

Yo me he preguntado muchas veces cuál sería el secreto de esta pareja hermosa para mantener siempre ese brillo en los ojos, ese respeto profundo que se muestran uno al otro en cada mirada, ese estar caminando uno al lado del otro, cada uno con sus cosas, ambos creciendo siempre. Desde fuera podía intuirse algo especial ahí, en ese espacio que comparten. Pero hasta ayer yo no le había sabido poner nombre. Seguramente porque cuando no creemos que algo exista, tampoco podemos verlo. Solo vemos… lo que creemos.

En todos los años que la conozco (y son muchísimos) siempre la he encontrado cuidada, perfectamente vestida, oliendo de maravilla. Una vez le pregunté cómo era posible que siempre estuviera así, perfecta, incluso cuando no esperaba visita.  Me respondió, refiriéndose a su marido, “aunque no me vea nadie más, él siempre me ve”.  Su respuesta me pareció bonita entonces, y sentí que escondía algo importante. Hoy, uniendo ambas conversaciones, empiezo a entender qué era eso que yo veía desde fuera, entre los dos, ese secreto que guardan y sostienen juntos durante los últimos 50 años.

Durante mucho tiempo he creído que eso del amor para toda la vida era un mito absurdo, una quimera que, al perseguirla, solo podía causar frustración por su imposibilidad. Pero ayer, en un segundo, esta mujer bella me regaló una creencia nueva  en la que poder habitar. Porque he visto que es posible. Ellos lo tienen.

Así es la magia, en una sola conversación… nos puede cambiar la vida entera.  

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La verdad más allá de la magia

13 sábado Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cuentos, Uncategorized

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creencias, cuento del príncipe y el mago, magia, realidad, verdad

ojos niño

El príncipe y el mago.

“ Érase una vez un joven príncipe que creía en todo, excepto en tres cosas: no creía en princesas, no creía en islas y no creía en Dios. Su padre, el rey, le había dicho que esas cosas no existían. Como no había ni princesas ni islas en los dominios de su padre, y ni un solo signo de Dios, el joven príncipe creía en su padre.

Pero un día el príncipe salió de su palacio y llegó al territorio vecino. Allí, para asombro suyo, desde cada lugar de la costa veía una isla; y en esas islas había criaturas extrañas y turbadoras que no se atrevía a nombrar. Mientras buscaba una barca, un hombre con un traje de noche se le acercó por la orilla.

– ¿Eso de allí son islas de verdad? – preguntó el joven príncipe.

-Claro que son islas de verdad – Dijo el hombre con el traje de noche.

– Y esas criaturas extrañas y turbadoras? –

– Son todas princesas auténticas y genuinas –

– ¡Entonces Dios debe existir! – gritó el príncipe.

– Yo soy Dios – contestó, inclinando la cabeza, el hombre del traje de noche.

El joven príncipe volvió a casa lo más rápidamente que pudo.

-Así que has vuelto – dijo el padre.

– He visto islas, he visto princesas y he visto a Dios – dijo el príncipe en tono de reproche.

El rey no se inmutó.

-No existen ni islas reales, ni princesas reales, ni un Dios real.

-¡Yo los he visto!

-Dime cómo iba vestido Dios.

-Llevaba un traje de noche.

-¿Se había arremangado las mangas del abrigo?

El príncipe recordaba que sí. El rey sonrió.

-Ese es el uniforme de un mago. Te han engañado.

Viendo esto, el príncipe volvió a la tierra vecina, y volvió a la misma costa donde, de nuevo, se encontró con el hombre del traje.

-Mi padre, el rey, me ha dicho quién eres – dijo el joven príncipe indignado. – Me engañaste una vez, pero no lo volverás a hacer. Ahora sé que esas no son islas reales ni princesas reales, porque eres un mago.

El hombre sonrió.

-Eres tú el que te engañas, hijo. En el reino de tu padre hay muchas islas y muchas princesas; pero estás bajo el hechizo de tu padre y no las puedes ver.

El príncipe volvió a casa pensativo. Cuando vio a su padre le miró a los ojos.

-Padre, ¿es verdad que no eres un rey de verdad sino solamente un mago?

El rey sonrió y se arremangó las mangas.

-Sí, hijo mío; sólo soy un mago.

-Entonces el hombre de la costa era Dios.

-El hombre de la costa era otro mago.

-Tengo que saber cuál es la verdad, la verdad más allá de la magia.

-No hay verdad más allá de la magia – dijo el rey.

El príncipe se entristeció y exclamó:

-Me voy a matar.

El rey, con su magia, hizo aparecer a la muerte. La muerte se puso en la puerta e hizo señales al príncipe. El príncipe se estremeció; recordó las hermosas islas irreales y las hermosas princesas irreales.

-Muy bien – dijo -. Creo que lo podré soportar.

-¿Ves, hijo? – dijo el rey -, ahora también tú empiezas a ser un  mago.”

 (De la novela The Magus, de Johm Fowles. Anagrama)

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River flows in you

08 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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libertad, Luis Rodríguez Fotógrafo, River Flows in You Yiruma, viento, volar

Una vez supo que ella era el viento
ya nada nunca pudo detener su vuelo

Foto-29-08-12-00-46-43

Fotografía: Luis Rodríguez (©Luison)

Música: River flows in you – Yiruma

 

 

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De libertad y poder

02 martes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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aprendizaje, clara campoamor, Lenguaje, libertad, miedo, poder, Responsabilidad

La libertad se aprende ejerciéndola

(Clara Campoamor)

niños bailando

Leía esta maravillosa frase el otro día en un muro virtual (curioso facebook que nos permite ser grafiteros cotidianos independientemente de que no sepamos coger un spray). Sobrevolé la frase sin darme mucha cuenta del tesoro que ofrecía, quizás un poco saturada de pintadas en la pared. Pero, afortunadamente, se me debió quedar pegada en algún pliegue del cerebro, y hoy ha emergido mientras asistía a una conferencia en la que volvió a aparecer la libertad (las palabras aparecen siempre tan oportunamente…).

 La libertad se aprende ejerciéndola.

Aunque… se podría ver de otro modo. Se puede decir que nacemos libres, y a medida que vamos ejerciendo la libertad vamos aprendiendo a dejar de ser libres. El proceso sería entonces más o menos así: nazco libre, aprendo progresivamente a no serlo metiéndome en cárceles de palabras (tú no puedes, tú no vales, tú no tienes poder, tú no decides, eso no está bien, tienes la culpa, si dices eso no te querrán, lo que diga la mayoría, las niñas buenas no se enfadan, los niños valientes no lloran…) y por último, tras una costosa toma de conciencia y desaprendizaje de lo aprendido, que puede llevar años (a veces de terapia) reinicio tímidamente el ejercicio de la libertad, diluyendo poco a poco (o a veces haciendo saltar por los aires) los barrotes de lenguaje que he ido interiorizando. Porque lo que nos da o quita libertad no está ahí afuera. Lo que nos da o quita libertad está tan dentro de nosotros que a veces ni siquiera somos capaces de verlo, de tan pegado que lo tenemos.

Y lo mismo ocurre con el poder. El poder se aprende ejerciéndolo.

Ese supuesto poder abstracto de afuera que me quita libertad en realidad es una cárcel de palabras construida sobre el miedo. Y si miro un poco más acá, aquí mismo, a mí mismo, puedo darme cuenta de que en cada acto cotidiano yo estoy ejerciendo poder sobre mí, sobre otros, sobre el mundo.

Lo que digo es muy poderoso. Lo que me digo, lo que te digo. Cada acto lingüístico es un ejercicio de poder, y desde mis palabras puedo ejercerlo con conciencia de que lo que digo repercute en el otro y construye realidad (no solo describe, sino que sobre todo inscribe, crea, genera realidad). Soy dueña de mis palabras y de mis silencios, soy libre de comprometerme y de cumplir mis promesas, soy dueña de los juicios que emito sobre los otros y sobre mí misma, y de asumir las consecuencias de cada una de mis opiniones, soy autora de mis frases y con cada una genero un espacio que me vincula con la «realidad» de un modo distinto en función de las palabras que escoja: no es lo mismo si digo «todo está fatal y no hay salida» que si digo «¿qué puedo hacer yo hoy para aportar un poco de sentido a esto?» No es lo mismo. No haré lo mismo, ni sentiré lo mismo, ni haré sentir lo mismo a los que están a mi lado.

Creo que así se aprende el poder, ejerciéndolo bien. Y en la medida en que somos conscientes de nuestro propio poder, emerge de su mano la libertad. Está claro que para ejercer el poder hay que estar preparado porque… ser responsable de cada palabra requiere asumir con fortaleza lo que ocurra después (no gustar a todo el mundo, cometer errores, perder, no acertar siempre, que alguien se enfade y se aleje…), pero también sentir el goce de sabernos dueños de nuestros huesos, llenando el propio esqueleto.

El miedo y la culpa son dos mecanismos potentes para neutralizar el poder de «adentro» y la libertad. Miedo a no ser aceptado, a no ser amado, a no ser perfecto, a no ser fuerte, a no ser suficiente… Pero si lo pensamos bien… ¿para qué seguir alimentando todo ese miedo? Porque al fin y al cabo… ser amado por todos, aceptado por todos, perfecto… ¿es acaso posible? ¿merece la pena entonces dejar de ejercer la libertad y el propio poder por miedo a no lograr algo por definición inalcanzable?

La libertad se aprende ejerciéndola, y el poder también.

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María Ancochea Toscano

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