En nuestros locos intentos, renunciamos a lo que somos por lo que esperamos ser.
William Shakespeare
Imagen: Geles Mit
Todo es renuncia.
Elijo y pierdo todas las infinitas posibilidades alternativas a mi elección. Ahí una trampa. Todas ellas entonces pueden ser recreadas como paraísos posibles a los que he renunciado, tanto más deseables como inalcanzables sean ya, una vez cerrada la posibilidad de su encuentro.
Todos los paraísos son posibles solo en nuestra mente, ahí donde no permitimos que suceda aquello que podría afearlos. Aquí otra trampa. Creyéndolos reales, vivir instalado en el deseo de paraísos hacia los que caminar, o en el anhelo de paraísos perdidos, aquellos a los que ya se ha renunciado creyendo caminar hacia otros mejores.
Todo es renuncia.
¿Y si renunciáramos a encontrar el paraíso? Quizás en ese instante puede que aparezca aquí mismo, justo debajo de nuestros propios pies.
Dicen que el paraíso era aquel lugar donde el ser humano y la naturaleza eran una. Cuando encontramos nuestra individualidad, nos separamos de la naturaleza y nos llenamos de vacío y soledad interior. ¿Cómo volver al paraíso? Sólo se me ocurre de una forma posible: amando. Amando con esfuerzo y conocimiento, llenando cada rincón de vacío con un abrazo y una sonrisa.
Bello lo que dices Javier. Amar.. lo que es. Amar lo que se es…
Amar y seguir….Amando…………….
… no lo que podría haber sido, ni lo que espero que sea… 🙂
Y tratar de sustituir, siempre que se pueda, los sustantivos por verbos… Se te echaba de menos.
«(…) para en dos zancadas llegarse alegre a la Grieta del Sol donde solo es el Verbo» R.M. A ti también 🙂
Cuando elijo pierdo y cuando no elijo, el miedo a perder me impide ampliar el escenario infinito de posibilidades, tal vez por creer que la realidad más allá del deseo pueda afear mi ensoñación idealizada del AMOR sin barreras, del encuentro genuino, del estar siendo libre…
Sí, creo que es el miedo lo que nos empuja a no elegir, prefiriendo la ensoñación a una realidad que es, seguramente, un paraíso también posible. Gracias Alex. Me gusta especialmente ese «estar siendo» del que hablas en tus frases. Hermosísimas por cierto