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Sembrar en el Infinito

Sembrar en el Infinito

Archivos mensuales: abril 2013

hortensias blancas

29 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cuentos, Uncategorized

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abismo, Belleza, salto, volar

A veces el deseo de belleza
es mucho más fuerte que el miedo a saltar

saul landell

Imagen: Saúl Landell

Cuando le pregunté por qué su casa estaba siempre llena de esas maravillosas hortensias blancas, me contó la siguiente historia:

«Mi desmesurada afición por los abismos viene de muy antiguo. Tenía entonces apenas dos pequeños brotes en la espalda, casi imperceptibles. Caminaba al filo, mirando de reojo aquel infinito de oscuridad desconocida a mis pies cuando, de pronto, resbalé hacia el lado donde ya no había suelo.

Transitar aquél abismo fue durísimo , los brotes de mi espalda aun no me servían para volar y mis ojos todavía no sabían de la oscuridad,  pero… en él fue donde encontré mi primera hortensia blanca. Y aunque en esa época no conocía los riesgos que entrañaba el salto al vacío… hasta que encontré aquella flor tampoco sabía hasta qué punto puede existir la belleza.

Hoy mi casa está llena de hortensias, una por cada abismo que he transitado.

Es verdad que cada vez mis alas son más diestras, pero también es cierto que nunca sé cuál va a ser la profundidad del nuevo abismo, ni en qué momento me invadirá la completa oscuridad  y, al dar el salto, nunca conozco el lugar donde crece la hortensia. Aún así, el deseo de encontrarla es mucho más fuerte que el vértigo y el miedo que me produce ese infinito desconocido. Y gracias a ese deseo, el de encontrar la belleza escondida en cada abismo… sigo aprendiendo a volar«.

Miré alrededor, dejándome embriagar por el aroma que invadía su casa. Me pregunté cuántos abismos habría transitado. Entonces me di cuenta de que en todas las habitaciones, en cada rincón, había todavía un sinfín de jarrones… aún vacíos.

 

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Él nos hará

22 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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Amor, Antonio Canova, conversación, creencia, Eros y Psyche, julio cortázar

Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, él nos hará.
(Julio Cortázar)

eros-y-psique-paris

Imagen: El Amor de Psique. Antonio Canova

 

La magia ocurre en las conversaciones. En las más triviales a veces. Esas que compartes sin intención de hacer literatura, esas en las que solo estás y van desgranándose palabras entrelazadas que brotan y unas llevan a otras, y van danzando y te llevan paseando por lugares del otro que conversa contigo.

Ayer tuve la suerte de compartir una de estas conversaciones, mientras nos acariciaba el sol en la cara y el olor de la hierba del jardín, con una mujer a la que amo y admiro profundamente. Ella creo que no sabe que me estaba haciendo un regalo precioso.

Charlábamos de cualquier cosa y no sé muy bien en qué momento de la conversación  compartió conmigo esta maravilla: “¿Sabes Ana?  Él todavía, por la mañana, me dice a veces… Pero qué bonita eres”. Después de 50 años de matrimonio, él la mira, por la mañana (ella remarcaba esto con la voz casi quebrada de la emoción) y la ve bella, y le dice bonita, y ella me cuenta que no se puede explicar lo que hay entre ambos, porque es mucho más grande que cualquier frase en la que eso que sea que tienen quedaría enjaulado y ya no sería.. porque no se puede decir.

Yo me he preguntado muchas veces cuál sería el secreto de esta pareja hermosa para mantener siempre ese brillo en los ojos, ese respeto profundo que se muestran uno al otro en cada mirada, ese estar caminando uno al lado del otro, cada uno con sus cosas, ambos creciendo siempre. Desde fuera podía intuirse algo especial ahí, en ese espacio que comparten. Pero hasta ayer yo no le había sabido poner nombre. Seguramente porque cuando no creemos que algo exista, tampoco podemos verlo. Solo vemos… lo que creemos.

En todos los años que la conozco (y son muchísimos) siempre la he encontrado cuidada, perfectamente vestida, oliendo de maravilla. Una vez le pregunté cómo era posible que siempre estuviera así, perfecta, incluso cuando no esperaba visita.  Me respondió, refiriéndose a su marido, “aunque no me vea nadie más, él siempre me ve”.  Su respuesta me pareció bonita entonces, y sentí que escondía algo importante. Hoy, uniendo ambas conversaciones, empiezo a entender qué era eso que yo veía desde fuera, entre los dos, ese secreto que guardan y sostienen juntos durante los últimos 50 años.

Durante mucho tiempo he creído que eso del amor para toda la vida era un mito absurdo, una quimera que, al perseguirla, solo podía causar frustración por su imposibilidad. Pero ayer, en un segundo, esta mujer bella me regaló una creencia nueva  en la que poder habitar. Porque he visto que es posible. Ellos lo tienen.

Así es la magia, en una sola conversación… nos puede cambiar la vida entera.  

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La verdad más allá de la magia

13 sábado Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Cuentos, Uncategorized

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creencias, cuento del príncipe y el mago, magia, realidad, verdad

ojos niño

El príncipe y el mago.

“ Érase una vez un joven príncipe que creía en todo, excepto en tres cosas: no creía en princesas, no creía en islas y no creía en Dios. Su padre, el rey, le había dicho que esas cosas no existían. Como no había ni princesas ni islas en los dominios de su padre, y ni un solo signo de Dios, el joven príncipe creía en su padre.

Pero un día el príncipe salió de su palacio y llegó al territorio vecino. Allí, para asombro suyo, desde cada lugar de la costa veía una isla; y en esas islas había criaturas extrañas y turbadoras que no se atrevía a nombrar. Mientras buscaba una barca, un hombre con un traje de noche se le acercó por la orilla.

– ¿Eso de allí son islas de verdad? – preguntó el joven príncipe.

-Claro que son islas de verdad – Dijo el hombre con el traje de noche.

– Y esas criaturas extrañas y turbadoras? –

– Son todas princesas auténticas y genuinas –

– ¡Entonces Dios debe existir! – gritó el príncipe.

– Yo soy Dios – contestó, inclinando la cabeza, el hombre del traje de noche.

El joven príncipe volvió a casa lo más rápidamente que pudo.

-Así que has vuelto – dijo el padre.

– He visto islas, he visto princesas y he visto a Dios – dijo el príncipe en tono de reproche.

El rey no se inmutó.

-No existen ni islas reales, ni princesas reales, ni un Dios real.

-¡Yo los he visto!

-Dime cómo iba vestido Dios.

-Llevaba un traje de noche.

-¿Se había arremangado las mangas del abrigo?

El príncipe recordaba que sí. El rey sonrió.

-Ese es el uniforme de un mago. Te han engañado.

Viendo esto, el príncipe volvió a la tierra vecina, y volvió a la misma costa donde, de nuevo, se encontró con el hombre del traje.

-Mi padre, el rey, me ha dicho quién eres – dijo el joven príncipe indignado. – Me engañaste una vez, pero no lo volverás a hacer. Ahora sé que esas no son islas reales ni princesas reales, porque eres un mago.

El hombre sonrió.

-Eres tú el que te engañas, hijo. En el reino de tu padre hay muchas islas y muchas princesas; pero estás bajo el hechizo de tu padre y no las puedes ver.

El príncipe volvió a casa pensativo. Cuando vio a su padre le miró a los ojos.

-Padre, ¿es verdad que no eres un rey de verdad sino solamente un mago?

El rey sonrió y se arremangó las mangas.

-Sí, hijo mío; sólo soy un mago.

-Entonces el hombre de la costa era Dios.

-El hombre de la costa era otro mago.

-Tengo que saber cuál es la verdad, la verdad más allá de la magia.

-No hay verdad más allá de la magia – dijo el rey.

El príncipe se entristeció y exclamó:

-Me voy a matar.

El rey, con su magia, hizo aparecer a la muerte. La muerte se puso en la puerta e hizo señales al príncipe. El príncipe se estremeció; recordó las hermosas islas irreales y las hermosas princesas irreales.

-Muy bien – dijo -. Creo que lo podré soportar.

-¿Ves, hijo? – dijo el rey -, ahora también tú empiezas a ser un  mago.”

 (De la novela The Magus, de Johm Fowles. Anagrama)

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River flows in you

08 lunes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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libertad, Luis Rodríguez Fotógrafo, River Flows in You Yiruma, viento, volar

Una vez supo que ella era el viento
ya nada nunca pudo detener su vuelo

Foto-29-08-12-00-46-43

Fotografía: Luis Rodríguez (©Luison)

Música: River flows in you – Yiruma

 

 

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De libertad y poder

02 martes Abr 2013

Posted by Ana Escobar Cirujano in Uncategorized

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aprendizaje, clara campoamor, Lenguaje, libertad, miedo, poder, Responsabilidad

La libertad se aprende ejerciéndola

(Clara Campoamor)

niños bailando

Leía esta maravillosa frase el otro día en un muro virtual (curioso facebook que nos permite ser grafiteros cotidianos independientemente de que no sepamos coger un spray). Sobrevolé la frase sin darme mucha cuenta del tesoro que ofrecía, quizás un poco saturada de pintadas en la pared. Pero, afortunadamente, se me debió quedar pegada en algún pliegue del cerebro, y hoy ha emergido mientras asistía a una conferencia en la que volvió a aparecer la libertad (las palabras aparecen siempre tan oportunamente…).

 La libertad se aprende ejerciéndola.

Aunque… se podría ver de otro modo. Se puede decir que nacemos libres, y a medida que vamos ejerciendo la libertad vamos aprendiendo a dejar de ser libres. El proceso sería entonces más o menos así: nazco libre, aprendo progresivamente a no serlo metiéndome en cárceles de palabras (tú no puedes, tú no vales, tú no tienes poder, tú no decides, eso no está bien, tienes la culpa, si dices eso no te querrán, lo que diga la mayoría, las niñas buenas no se enfadan, los niños valientes no lloran…) y por último, tras una costosa toma de conciencia y desaprendizaje de lo aprendido, que puede llevar años (a veces de terapia) reinicio tímidamente el ejercicio de la libertad, diluyendo poco a poco (o a veces haciendo saltar por los aires) los barrotes de lenguaje que he ido interiorizando. Porque lo que nos da o quita libertad no está ahí afuera. Lo que nos da o quita libertad está tan dentro de nosotros que a veces ni siquiera somos capaces de verlo, de tan pegado que lo tenemos.

Y lo mismo ocurre con el poder. El poder se aprende ejerciéndolo.

Ese supuesto poder abstracto de afuera que me quita libertad en realidad es una cárcel de palabras construida sobre el miedo. Y si miro un poco más acá, aquí mismo, a mí mismo, puedo darme cuenta de que en cada acto cotidiano yo estoy ejerciendo poder sobre mí, sobre otros, sobre el mundo.

Lo que digo es muy poderoso. Lo que me digo, lo que te digo. Cada acto lingüístico es un ejercicio de poder, y desde mis palabras puedo ejercerlo con conciencia de que lo que digo repercute en el otro y construye realidad (no solo describe, sino que sobre todo inscribe, crea, genera realidad). Soy dueña de mis palabras y de mis silencios, soy libre de comprometerme y de cumplir mis promesas, soy dueña de los juicios que emito sobre los otros y sobre mí misma, y de asumir las consecuencias de cada una de mis opiniones, soy autora de mis frases y con cada una genero un espacio que me vincula con la «realidad» de un modo distinto en función de las palabras que escoja: no es lo mismo si digo «todo está fatal y no hay salida» que si digo «¿qué puedo hacer yo hoy para aportar un poco de sentido a esto?» No es lo mismo. No haré lo mismo, ni sentiré lo mismo, ni haré sentir lo mismo a los que están a mi lado.

Creo que así se aprende el poder, ejerciéndolo bien. Y en la medida en que somos conscientes de nuestro propio poder, emerge de su mano la libertad. Está claro que para ejercer el poder hay que estar preparado porque… ser responsable de cada palabra requiere asumir con fortaleza lo que ocurra después (no gustar a todo el mundo, cometer errores, perder, no acertar siempre, que alguien se enfade y se aleje…), pero también sentir el goce de sabernos dueños de nuestros huesos, llenando el propio esqueleto.

El miedo y la culpa son dos mecanismos potentes para neutralizar el poder de «adentro» y la libertad. Miedo a no ser aceptado, a no ser amado, a no ser perfecto, a no ser fuerte, a no ser suficiente… Pero si lo pensamos bien… ¿para qué seguir alimentando todo ese miedo? Porque al fin y al cabo… ser amado por todos, aceptado por todos, perfecto… ¿es acaso posible? ¿merece la pena entonces dejar de ejercer la libertad y el propio poder por miedo a no lograr algo por definición inalcanzable?

La libertad se aprende ejerciéndola, y el poder también.

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